No sé si lo que deseo es ser una pared hueca,
de esas que adornas con papel de colores y fotos de juergas de las que
borran recuerdos en vez de crearlos.
Tampoco sé si lo que quiero es alimentarme de conversaciones banales que juegan a ser señoritas con gafas y poesía en la punta de los dedos, si os soy
sincera no tengo ni puta idea.
Pero ¿quién quiere leer un libro de tres mil páginas teniendo una
revista con una bonita portada de colores brillantes y alegres?
Entonces lo pienso, y comprendo que, quizá es la envidia
que me nubla los sentidos,
porque envidiar el plástico es convertirte en él.
Lo siento, no estoy libre de pecado así que no puedo tirar la primera
piedra,
envidio y deseo cosas que desprecio en el fondo,
es como arrancarse la costra de las heridas, pero multiplicado por
infinito más sufrimiento.