domingo, 30 de enero de 2011

Für Elise

"El apresurado ritmo del verano"

Amaneció desparramada por el suelo, bajo la cama y sobre la alfombra. Las sábanas formaban un nudo entre su pierna desnuda, apoyada en el suelo, que apenas podia aferrarse a los bajos del colchón, remetidos por ella misma el dia anterior. Pestañeó varias veces , entre sombras difuminadas y luces cegadoras pudo darse cuenta que había caido de bruces contra el suelo. Era extraño, ella jamás había sido de las personas que se mueven mientras duermen, nunca había hablado en sueños y pocas veces podía recordar lo que soñaba. Sus sueños eran caóticos, sin sentido, ideas fugaces mezcladas y hechas barullo. Nada para recordar. Pero tampoco tenía pesadillas, en definitiva dejaba de existir cuando entraba en estado rem. Elisa vivia en una residencia austera, nada del otro mundo, su cuarto, pintado de azul ,tenía un armario en la esquina cerca de la ventana, que dejaba pasar los rayos del sol, en los cuales se percibian las motas de polvo. Junto a esta había una silla y un atril colocado religiosamente junto a ella. La única decoración que había era un poster de una viola, que hacia juego con la suya propia, que ahora descansaba en su funda de cuero. Su viola, era la pertenencia más valiosa que tenía, y la que le permitía estudiar en el conservatorio. Pero su carrera, su pasión por la música y todo lo relacionado con los sonidos había pasado a ser algo vacío, hueco y sin sentido para ella, cómo tocar el cuerpo inerte de un ser querido. Anteriormente cuando tocaba, la música del instrumento se le antojaba tan importante como la sangre que corría por sus venas, una prolongación de su alma hecha de madera, como ella solía decir.

Y Ese sentimiento murió junto a su madre. Juliett Leisser, violoncelista de nacionalidad Austríaca , murió a los 47 años de edad , apuñalada 6 veces por su marido, y padre de Elisa.
Ocurrió un día de otoño hace 2 años, cuando Elisa tenia 18. Su padre se suicidó en el acto, nunca supo porque el hombre que la había criado asesinó a la persona que más amaba en el mundo, nunca peleaban considerablemente. Nunca obtuvo respuesta. En el funeral de su madre, la que la había iniciado en la música, no sólo sus restos habían desaparecido bajo la tierra, si no la sangre que en otro día estaba infectada con bemoles y claves de sol.

Ahora vive en Austria, sola, en una residencia de estudiantes, estudiando en la misma escuela de música donde lo había hecho su madre.

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